No tengo vergüenza, pese a estar viviendo una de las épocas más fascinantes de mi vida, no soy capaz de sentarme delante del ipad durante un ratito para contaros todas las cosas estupendas que me están pasando.
Como en mi última entrada comentaba, allá por el lejanísimo mes de octubre, me vine a vivir unos meses a Los Ángeles para ver que se cocía por esta parte del continente norteamericano, y, lo cierto, no han parado de pasar cosas interesantes por lo que no sabría por donde empezar, así que, al llevar tanto tiempo sin escribir y ser la primera entrada el año y todo eso, me vais a permitir que hoy la dediqué un poco más a mis sentimientos y sensaciones.
De todos era conocida mi necesidad imperiosa de escapar de Toledo durante un tiempo porque me ahogaba, tanto roce con gente de esa ciudad que a veces no es tan buena como esperamos me estaba desesperando, no es que tenga nada en contra de la inmensa mayoría de la gente que la habita, es más, adoro a miles de amigos allí, se que muchos de ellos sois lectores de este blog y sabéis que últimamente me había tropezado con mucho hijo de puta o habida descubierto como eran ciertas personas, lo cierto es que necesitaba respirar fuera de las murallas de la ciudad, lo más lejos posible y mi eterno refugio, Londres, no sólo es muy fría para pasar el invierno, sino que empezaba a estar corrompida con presencias que no me son gratas, ya no era el lugar idílico en el que sólo había gente excelente con la que disfruto con el mero hecho de su compañía, ahora, a la primera de cambio, te encuentras con la misma mierda Toledana de la que suelo huir. Con esto no quiero decir que ya no ame Londres y la gente que habitualmente en ella encuentro, todo lo contrario, cada vez los quiero más, es más, hace poco anduve por allí con Mamen y lo pasamos estupendamente, David me acogió en su casa y, como siempre, me hizo sentir como en la mía propia... Pero esa ciudad no me servía actualmente para mis propósitos.
Como muy bien documente en este blog, hace menos de un año vine con Elena a LA y me pareció una ciudad perfecta para pederse, para desconectar, para olvidar todo mal rollo, y así está siendo, estoy aquí con Dani divinamente, hemos en cortado una casita en la que convivimos con otros cuantos chicos, todos bajó la supervisión de Rubén, el casero y gran personaje al que debería dedicarle como mínimo una entrada, recordadme que lo haga...
Todas las labores de turisteo, incluido viaje a las Vegas, las hicimos durante el primer mes con Esther que nos acompañó durante ese tiempo, fue un mes de locura entre historia y estrellas de cine, descubrimiento de un modo de vida completamente distinto y a la vez muy similar al nuestro, un clima estupendo, etc...
Ahora ya estamos más asentados, viendo como se nos acaban los días en este lugar pero planeando futura se escapadas, porque, no sé Dani, (creo que le pasa como a mi) pero a mi esta ciudad me ha enamorado y pienso incluirla en uno de mis lugares de visita obligada con asiduidad.
Y me despido ya, a todos esos a los que prometí comunicarme por este blog, quiero que sepáis que estoy estupendamente, tanto es así que ni escribo.
Feliz año nuevo a todos y hasta más ver por estas páginas.
Besos angelinos.