En el terreno laboral ya sabéis todos que he vuelto a mis orígenes horchateros, esta vez con mas fuerza que nunca ya que estamos en pleno traspaso de poderes entre la gestión de mi padre y la mía, es una época dura por el choque de personalidades y generaciones pero lo estamos llevando con una tranquilidad y paciencia irreconocibles en nosotros. Supongo que mi año trabajando en Garcilaso me ha enseñado mucho. Y ya que sale el tema (si, lo se, lo he sacado yo) quiero aclarar, por lo que ciertas personas os pueden contar por ahí, que mi salida ha sido por decisiones personales que nada tienen que ver con la empresa con la que he quedado mucho mas que contento y con la que sigo manteniendo una excelente relación. Y es que yo con Mónica, mi jefa, siempre que he hablado sin intermediarios malintencionados, nuestras charlas han sido mas que nada de amigos, de gente que se quiere se aprecia se admira y, ante todo, se respeta. Todo lo demás que puedan contar por ahí es completamente mentira, supongo que es gente con problemas psiquiátricos que no se han tratado o simplemente fulleros.
Y han pasado tantas otras cosas, sin ir mas lejos, hace un par de semanas nos abandonaba uno de los grandes, me acuerdo que la última vez que lo vi fue en el orgullo gay madrileño pasado, no pude otra cosa que gritarle: “A los altares, Paco Valladares”, espero que mi deseo se cumpla y allá donde este sea tan feliz como el personaje que interpreto en Víctor Victoria rodeado de plumas y lentejuelas.
Y hasta aquí esta entrada en la que me he explayado bien pero que por fin voy a publicar, hasta otro ratito de estos.
Besos de retorno.